lunes, 11 de junio de 2012

Alguien como ella {One-Shot}



Temática: Angustia, Romance
Clasificación: K
Páginas: 2 
Historia Original



Alguien como ella.



Era una noche oscura, el cielo estaba cubierto por nubes llenas de agua deseosa de salir y cubrir el pasto del lugar donde estaban. Por eso mismo todos llevaban sombrillas. Todos, excepto un hombre tumbado en el concreto que todos los presentes veían con caras largas y tristes. Aquel sujeto sollozaba con tal fuerza que los truenos de la tormenta que avecinaba quedaban opacados. Siempre te voy a amar… Me es imposible olvidarte, te amo tanto… Pero se que eso ya lo sabes. Quiero que me esperes. Prometo seguir sin ti… Pero donde quiera que estés, por favor, espérame. Esa fue la petición inesperada que hizo mientras lloraba frente a la fría lapida. Fue cuando las gotas de agua fría comenzaron a caer, que los llantos se hicieron más fuertes y varias personas lucharon contra él para ponerlo en un lugar más seguro. Era malo que se hundiera en su tristeza, aquella que nadie comprendía. No era difícil hacerlo, después de todo, él estaba enamorado de aquella persona que murió. Ese fue el último día que se vio a aquel hombre.

Cada día que pasaba para aquella persona, era más difícil. Seguir viviendo sin la compañía de quien más amas, continuar una vida que no sabes cuanto durara siendo infeliz. Cada recuerdo que quien recientemente había muerto era una razón para llorar, fuera alegre o no. Porque ya no estás. Las lágrimas siguen cayendo por las pálidas y húmedas mejillas del chico al que más le afecto. Prometiste no irte nunca.Parecía que no podría volver a levantarse, parecía que no podría volver a vivir. Porque ella era su sol y no podría encontrar a nadie como ella.

Estaba nuevamente solo, llorando, repitiendo palabras que nadie escucharía. Ahogándose en aquella soledad que le estaría acompañando por tanto tiempo.¿Por qué te fuiste? ¿Por qué tú? No puedo olvidarte… No puedo olvidar… Tu calor, tus ojos dulces. No podré olvidar jamás las sonrisas que me diste… Sollozaba en silencio, en la oscuridad de aquella vieja casa que había compartido con ella. Tenía miedo. Miedo de estar solo. Se disculpo por ser tonto, por ser el causante de su muerte, por haberlo relacionado consigo provocando así una muerte trágica y dolorosa. Porque yo siempre causo muertes…


Ese fue el último día que lloró. Después de ese día, su alegre carácter que todos amaban se convirtió en el más odiado. Sonreía por sonreír. No tenía aquella emoción y aquella bella sonrisa que había enamorado a aquella mujer. Era una sonrisa, una de las más falsas existentes en el mundo. Iba a fiestas. No volvía a casa hasta altas horas de la madrugada y salía muy mal en las clases de la universidad. Había caído muy bajo y no podía salir solo, tampoco dejaba que nadie le ayudara. Porque seguía teniendo miedo y lo único que quería era morir para encontrarse con su amada nuevamente. No puedo vivir sin ti. Y de verdad no podía, ella era un sol. Lo único que iluminaba su oscura existencia, la única que le daba sentido a vivir una vida que no lo tenía.

Sus amigos intentaron ayudarle, consiguiéndole citas a ciegas aunque era muy temprano para ello. Pero la preocupación fue mayor, ver a su amigo enrollándose con cualquier mujer solo porque se sentía bastante triste como para continuar su vida. No podía hacerlo solo. No sin ella. 

Fueron mucho los meses en los que estuvo solo. Tantos que fue imposible contarlos con los dedos, pero… Encontró el camino de vuelta, poco a poco… Fue un día, un lindo día soleado, como aquellos que a esa chica que tenía su corazón le encantaban. Caminaba por los pasillos de la gran escuela en la que estudiaba, cuando la vio… Tenía un paso marcado, tranquilo e incluso pacifico. Su cabello era largo, casi por debajo de la cintura, de un castaño rojizo, tenía rasgos hermosos, era muy femenina. Pero eso no fue lo que le importo, fue más aquellos ojos azules, como el cielo, que tenían esa ligera chispa, una similar a la que tenían las esmeraldas de su amada muerta. No era un sol, pero era una chispa que le asemejaba, una de esperanza.

Se quedo como piedra frente a ella, esta con suave voz solo le dijo que era nueva y no sabía que más hacer… Se le veía nerviosa. Y yo se que no eres ella, pero sin duda eres alguien como ella. Pensó para si mismo. Escuchando que la joven era nueva en la ciudad y que necesitaría ayuda para tomar apuntes y ponerse al corriente. No dudo en ayudarle, porque era diferente, pero tenía esa chispa en los ojos que tanto había buscado en otras mujeres. Porque era alguien como ella. 

Ese fue el día en que las cosas comenzaron a cambiar, sonreía más, se le veía más alegre y sin duda aquella joven era un ángel enviado del cielo para volverlo como antes. Y estaba funcionando. Porque a los meses comenzaron a salir y aunque no olvido a su prometida, ahora estaba enamorado de una nueva chica, sin olvidar a la primera que le enseño lo que era amar. Pasaron por momentos difíciles y momentos divertidos, pero ese chico supo que ella era la indicada, no solo porque era como ella, si no porque tenía cosas que amaba que eran mejores que los de ella. Pequeños detalles que la volvieron importante en su vida, detalles que le hicieron ver que el resto de su vida la quería pasar con ella. 

Las paredes blancas, ese olor a medicina en el ambiente, todas esas personas vestidas con colores blancos y azules, le hicieron darse cuenta de que estaba próximo a morir. Las manos de su esposa, le apretaban con fuerza. Lloraba, pero murmuraba que todo estaría bien. Las lágrimas derramándose por las mejillas de sus hijos, ahora adultos, sus nietos y todos sus amigos rodeando su cama, él supo que era el momento para volver a verla. Disculpa por hacerte esperar. La máquina conectada a su corazón, dejo de emitir sonido y todo se volvió blanco en la mente de aquel hombre que había vivido su vida hasta el final y fue como volver a su forma de joven, pues estaba frente a aquella mujer que había amado, amado a pesar de que había una familia en su vida y cuando estuvo frente a ella, con su figura de joven, solo pudo abrazarla. Y sonreír, porque ella le había esperado.